martes, 17 de junio de 2014

Cartas a Anadelina



Si por un acaso, en cualquier vueltecita de esas que da la vida mi piel le reencontrara, quizá le abriera (húmeda y jugosa) la puerta enmohecida de este corazón harto.

 Quizá mudara la palidez de virgen de mi almohada por el rojo bermellón de las putas de Egipto y con él le procurara desazón en lugares que ni el mismo sabe que posee…

Pero lo más probable (absurda y coherente a un mismo tiempo)es que cerrara los ojos fuertemente y haciéndome invisible una vez más... una y otra vez más le dijese al desgaire…

Buenas y preciosas noches…

Una y otra vez mas...

Pero no se (nadie sabe) a Dios gracias

Y la vida inclemente niña y loca

Pasa mis páginas dejándome soñar con posibles acasos…

Esos que ni llegan

Ni terminan…

Baja las persianas querida...la tarde se me cuela en las rendijas del secreto en donde guardo todo.No es prudente ni quiero que se derrame hasta el oido de quien no me comprenda...

sábado, 14 de junio de 2014

Cuéntame cómo vives;
dime sencillamente cómo pasan tus días,
tus lentísimos odios, tus pólvoras alegres
y las confusas olas que te llevan perdido
en la cambiante espuma de un blancor imprevisto.

Cuéntame cómo vives;
ven a mí, cara a cara;
dime tus mentiras (las mías son peores),
tus resentimientos (yo también los padezco),
y ese estúpido orgullo (puedo comprenderte).

Cuéntame cómo mueres;
nada tuyo es secreto:
la náusea del vacío (o el placer, es lo mismo);
la locura imprevista de algún instante vivo;
la esperanza que ahonda tercamente el vacío.

Cuéntame cómo mueres;
cómo renuncias -sabio-,
cómo -frívolo- brillas de puro fugitivo,
cómo acabas en nada
y me enseñas, es claro, a quedarme tranquila.

Gabriel Celaya